sábado, 15 de septiembre de 2012

“Esta generación no pasará…”

Nota del Blog: presentamos a continuación la exégesis de esta difícil perícopa tal cual la trae el P. Oñate. La explicación nos parece bastante satisfactoria y fue del agrado de autores como Straubinger.  

Los textos en cuestión son los siguientes:

Mateo XXIV

34 En verdad, os digo, que no pasará la generación esta hasta que todo esto suceda.
35 El cielo y la tierra pasarán, pero las palabras mías no pasarán ciertamente.

Marcos XIII

30 En verdad os digo la generación esta no pasará sin que todas estas cosas se hayan efectuado.
31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.”

Lucas XXI

32 En verdad os lo digo, no pasará la generación esta hasta que todo se haya verificado.
33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.


 Llegamos aquí a una perícopa que ha dado mucho que hablar. Históricamente han existido, básicamente, dos posiciones: por un lado la de aquellos que, tomando la última parte de la frase “hasta que todo esto suceda” y que incluiría la Parusía (versículos anteriores), por fuerza debían extender el significado de “esta generación” hasta los últimos tiempos; y por otro lado la de aquellos que, fijados sólo en el término “esta generación”, debían reducir su significado temporal al mínimo y aplicarlo a los contemporáneos de Cristo[1].
La solución del P. Oñate, del todo original, creemos que es la correcta. Daremos aquí sus principales ideas, recomendando, por otra parte, vivamente la lectura completa de su exégesis.[2]

“Desde luego el “todo esto” en el vers. 33 de S. Mt. y paralelos parece no referirse a los precedentes de la ruina de Jerusalén, como dejamos probado (p. 424-427)… sino a todo lo anterior a la Parusía. Ahora bien: en el vers. 34 y par., mientras no se pruebe evidentemente lo contrario, a la misma frase debe dársele idéntico significado; ya que así parece exigirlo el contexto próximo anterior (Parábola de la higuera) con la que nuestro versículo parece íntimamente ligado. Por otra parte, el contexto próximo posterior, lejos de oponerse a tal interpretación, la corrobora, ya que afirma solemnemente (v. 35 y par.) que los anuncios de Cristo… no pueden fallar; pues como la Ley, son más estables que el Universo, porque se fundan en la natura y fidelidad del mismo Dios.”

Hasta aquí el autor, donde busca probar por el contexto próximo anterior y posterior que la frase tiene una máxima extensión, es decir se aplica a los sucesos relacionados con la Parusía y no con la ruina del Templo.
Una vez probado el significado del segundo término resta ahora averiguar el significado del primero y el más importante: “esta generación”.
Lo primero que hace el P. Oñate es buscar en labios del mismo Cristo la misma frase y ver en qué sentido la usa. Los lugares paralelos son los siguientes:

1) Mt. XI, 16 (Lc VII, 31): “¿Pero con quién compararé a la raza esta…?”

2) Mt. XII, 39-45 (Mc. VIII, 12; Lc XI, 29-32; Mt. XVI, 4): “Una raza mala y adúltera requiere una señal: no le será dada otra que la del Profeta Jonás… los ninivitas se levantarán, en el día del juicio, con esta raza y la condenarán… la reina del mediodía se levantará, en el día del juicio, con esta raza y la condenará…”

3) Mt. XVII, 17 (Mc. IX, 19; Lc. IX, 41):”Oh raza incrédula y perversa, ¿hasta cuándo he de estar con vosotros?”.

4) Mt. XXIII, 33-36 (Lc XI, 50-51): ¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo podréis escapar a la condenación de la gehena? Por eso, he aquí que Yo os envío profetas, sabios y escribas: a unos mataréis y crucificaréis, a otros azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad, para que recaiga sobre vosotros toda la sangre inocente derramada sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo, hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el santuario y el altar. En verdad os digo todas estas cosas recaerán sobre la generación esta”.

5) Mc. VIII, 38 (Mt. X, 33 y Lc. XII, 9): “Porque quien se avergonzare de Mí y de mis palabras delante de esta raza adúltera y pecadora, el Hijo del hombre también se avergonzará de él cuando vuelva en la gloria de su Padre, escoltado por los santos ángeles”.

6) Lc. XVII, 25 (Lc IX, 22; Mt. XVI, 21; Mc. VIII, 31; Mt. XVII, 22; Mc. IX, 31; Lc. IX, 44 y XXIV, 7):“Mas primero es necesario que sufra mucho y que sea rechazado por la generación esta”.

Ahora bien, pasando revista a todos estos textos encontramos lo siguiente:

1) El primer texto debe ser traducido como “¿A quién compararé a la gente esta?” (a semejante género de hombres). Por Lc. VII, 30 sabemos que el Señor está hablando a los escribas y a los fariseos en contraposición al pueblo. El sentido primero y directo es, pues, el calificativo (peyorativo), y no el temporal y el racial.

2) Igual que el anterior: mismos destinatarios y sentido.

3) En este caso parecería por el contexto que Nuestro Señor reprende a los escribas (Mc. IX, 14). El sentido es siempre peyorativo.

4) El cuarto caso no necesita mayores explicaciones porque su sentido salta a la vista.
Lo que sí podría preguntarse es ¿por qué se les ha de pedir cuenta a ellos de la sangre de Abel? Si bien podría entenderse el hecho de que Dios les pidiera cuenta de la sangre del Profeta Zacarías sin embargo se hace difícil entender el castigo de la sangre del justo Abel.

Oñate da una explicación interesante (pag. 168):

 “A primera vista parece raro que a estos judíos de la presente generación (o a los sucesivos si se quiere), se les reclame un crimen cometido por sus padres contra el dicho del Señor (Ez XVIII, 20); pero lo que parece no tener explicación es cómo puede reclamárseles la sangre del justo Abel en la que ni ellos ni sus padres tuvieron parte alguna.
Nosotros creemos que la explicación del texto es otra: “Venir sobre uno la sangre de…” es igual a “sufrir el castigo correspondiente a la sangre (crimen) de…” Ahora bien, los asesinatos de Abel y Zacarías son dos tipos de derramamiento injusto de sangre inocente, cuyo castigo se narra en la Sagrada Escritura (Gen IV, 12 = “Andarás prófugo y errante sobre la tierra” y  II Par XXIV, 23-25 = La venida del ejército de Siria a devastar a Judá y Jerusalén). Parecido castigo será el de los judíos…”

Cabe notar la similitud entre este versículo y el del discurso Parusíaco:

 Mateo XXIII

36. En verdad os digo todas estas cosas recaerán sobre la generación esta.
  
Mateo XXIV

34. En verdad, os digo, que no pasará la generación esta hasta que todo esto suceda.

 En el primer caso no se puede dudar que Jesús se refiere a la “casta de los escribas y fariseos”, por lo tanto parecería del todo lógico suponer que Nuestro Señor usara el mismo término con el mismo significado y en el mismo día.

5) Por el contexto de Lc sabemos que Nuestro Señor se refiere a los Fariseos puesto que en el capítulo XI blasfeman contra el Espíritu Santo, luego les da la “señal de Jonás” anunciándoles el castigo que recaerá sobre ellos (Num. 4), después los escribas y fariseos lo acosan tendiéndole lazos con sus preguntas (v. 53-54), y por último el cap. XII se abre con una advertencia contra la corrupción-levadura de los fariseos.

6) En este otro caso también queda claro que la “generación esta” son principalmente los Ancianos, los Príncipes de los Sacerdotes y los Escribas.

Cfr. también Hech. II, 40; Fil. II, 15 y Heb. III, 1 ss.

“De todo lo cual, concluye Oñate, parece deducirse que la expresión “esta generación” es una apelación hecha para designar una colectividad enemiga; opuesta a los planes del Espíritu de Dios, que inicia la guerra al Evangelio ya desde sus comienzos: Mt. XI, 11 ss; Lc XVI, 16; Mt. XXIII, 13; Jn IX, 22. 34-35.”

Hasta aquí un breve resumen de la excelente exégesis del P. Oñate. Nos quedarían por agregar, a modo de complemento, dos cosas:

1) El término “generación” en sentido peyorativo es usado también en los Salmos LXXVII (LXXVIII) y XCIV (XCV) y citado por San Pablo a los Hebreos (IV, 1 ss), haciendo una clara alusión al Milenio. No podemos detenernos en los detalles pero baste con decir que el “descanso del Pueblo de Dios” iba a tener lugar si los judíos (“aquella generación” como dice el Salmo) no hubieran murmurado en el desierto y una vez que hubieran entrado en la Tierra Santa; pero como esto no aconteció entonces Dios los castigó y desde ese momento todo lo que le sucedió a los judíos fue una imagen de lo que sería el Milenio. Luego, con la venida del Mesías se volvió a anunciar el Reino de Dios, pero “la generación perversa” se opuso con violencia a su establecimiento (Lc XVI, 16) y terminaron por crucificar a su Mesías. Finalmente, con la predicación apostólica, se les renovaron una vez más las promesas y así San Pablo pudo anunciarles a sus contemporáneos el “hoy” (IV, 7) del Salmo (XCIV, 7) y el mismo San Pedro les predicaba a los judíos (Hech. III, 19-21): “Arrepentíos, pues, y convertíos, para que se borren vuestros pecados, de modo que vengan los tiempos del refrigerio de parte del Señor y que Él envíe a Jesús, el Cristo, el cual ha sido predestinado para vosotros. A este es necesario que lo reciba el cielo hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas…”, pero una vez más los judíos rechazaron el llamado y desde entonces el Reino se pospuso hasta el fin con la Segunda Venida y donde ya nadie podrá evitarlo, a pesar que “esta generación” volverá a aparecer en los últimos tiempos como lo da a entender el Salmo XI (XII):

“Sálvame Tú, oh Yahvé, porque se acaban los justos; la fidelidad ha desaparecido de entre los hombres. Unos a otros se dicen mentiras; se hablan con labios fraudulentos y doblez de corazón. Acabe Yahvé con todo labio fraudulento y con la lengua jactanciosa; con esos que dicen: “Somos fuertes con nuestra lengua, contamos con nuestros labios; ¿quién es señor nuestro?” “Por la aflicción de los humildes y el gemido de los pobres, me levantaré ahora mismo, dice Yahvé; pondré a salvo a aquel que lo desea”. Las palabras de Yahvé son palabras sinceras; plata acrisolada, sin escorias, siete veces purificada. Tú las cumplirás, oh Yahvé; nos preservarás para siempre de esta generación. Los malvados se pasean por todas partes, mientras Tú dejas que sea exaltado lo más vil de entre los hombres”.

2) Parecería que en los Salmos se encuentra un grupo de personas en clara oposición a “esta generación”. Este grupo nuevo, llamado con distintos nombres (generación ventura, pueblo que ha de nacer, etc), será aquel que vivirá durante el Milenio en la Jerusalén Terrena.

Salmo XIII (XIV): “El insensato dice en su corazón: “no hay Dios”. Se han pervertido; su conducta es abominable. Ni uno solo obra el bien. Yahvé mira desde el cielo a los hijos de los hombres, para ver si hay quién sea inteligente y busque a Dios. Pero se han extraviado todos juntos y se han depravado. No hay uno que obre el bien, ni uno siquiera. ¡Nunca entenderán, todos esos malhechores, que devoran a mi pueblo como quien come pan, sin acordarse de Dios para nada! Mas algún día temblarán de espanto, porque Dios está con la generación de los justos. Vosotros que despreciáis las ansias del desvalido, sabed que Dios es su refugio. ¡Oh, venga ya desde Sión la salud de Israel! Cuando cambie el Señor la suerte de su pueblo, saltarán de gozo Jacob e Israel de alegría.
Este Salmo es similar al XI (XII) y al LII (LIII).

Salmo XXI (XXII), 23-32: “Anunciaré tu Nombre a mis hermanos, y proclamaré tu alabanza en medio de la asamblea. Los que teméis a Yahvé alabadle, glorificadle, vosotros todos, linaje de Israel. Pues no despreció ni desatendió la miseria del miserable; no escondió de él su rostro, y cuando imploró su auxilio, le escuchó. Para Ti será mi alabanza en la gran asamblea[3], cumpliré mis votos en presencia de los que te temen. Los pobres comerán y se hartarán, alabarán a Yahvé los que le buscan. Sus corazones vivirán para siempre. Recordándolo, volverán a Yahvé todos los confines de la tierra; y todas las naciones de los gentiles se postrarán ante su faz. Porque de Yahvé es el reino, y Él mismo gobernará a las naciones. A Él solo adorarán todos los que duermen bajo la tierra; ante Él se encorvará todo el que desciende al polvo, y no tiene ya vida en sí. Mi descendencia le servirá a Él y hablará de Yahvé a la edad venidera. Anunciará su justicia a un pueblo que ha de nacer: “Estas cosas ha hecho Yahvé”.

Salmo XXIII (XXIV), 1-8: “De Yahvé es la tierra y cuanto ella contiene; el orbe y cuanto lo habitan. Porque Él la asentó sobre mares y la afirmó sobre corrientes. ¿Quién es digno de ascender al monte de Yahvé? y ¿quién estará en su santuario? Aquel que tiene inmaculada las manos[4] y puro el corazón, que no inclinó su ánimo a la vanidad; él recibirá la bendición de Yahvé, y la justicia de Dios su Salvador. Esta es la generación de los que lo buscan, de los que buscan tu faz, (Dios de) Jacob. ¡Levantad, oh puertas, vuestros dinteles, y alzaos, portones antiquísimos, para que entre el Rey de la gloria! ¿Quién es este Rey de la gloria? Yahvé fuerte y poderoso; Yahvé, poderoso en la batalla.”

Salmo XLVII (XLVIII), 10-15: “Nos acordamos oh Dios, de tu misericordia dentro de tu Templo. Como tu Nombre, Dios, así también tu alabanza llega hasta los confines de la tierra. Tu diestra está llena de justicia. Alégrese el monte Sión; salten de júbilo las ciudades de Judá, a causa de tus juicios. Recorred a Sión, circulad en rededor, contad sus torres; considerad sus baluartes, examinad sus fortalezas, para que podáis referir a la generación venidera: así es de grande Dios, nuestro Dios para siempre jamás. Él mismo nos gobernará.”

Salmo LXX (LXXI), 17-18: “Desde mi mocedad me has enseñado Tú, oh Dios, y hasta el presente voy predicando tus maravillas. En mi vejez y decrepitud no quieras tampoco desampararme, Dios mío, hasta que manifieste tu brazo a esta generación, tu poder a todas las venideras…[5]

Salmo LXXVII (LXXVIII), 1-4: “Escucha, pueblo mío, mi enseñanza; presta oídos a las palabras de mis labios. Voy a abrir mi boca en un poema, y evocaré escondidas lecciones del pasado. Lo que hemos oído y aprendido, lo que nos han contado nuestros padres, no lo ocultaremos a sus hijos; relataremos a la generación venidera las glorias de Yahvé y su poderío, y las maravillas que Él hizo…

Salmo CI (CII), 14-20: “Tú te levantarás y serás propicio a Sión, porque tiempo es ya de que te apiades de ella; ha llegado la hora. Ya tus siervos aman las piedras, sienten compasión de sus ruinas. Así, oh Yahvé, los gentiles reverenciarán tu Nombre, y tu gloria todos los reyes de la tierra, porque Yahvé habrá restaurado a Sión, y Él se mostrará en su gloria. Se volverá hacia la oración de los despojados, y no despreciará sus ruegos. Escríbase esto para la generación venidera, para que el pueblo que va a nacer alabe a Yah. Porque Yahvé se habrá inclinado desde su excelso santuario, desde el cielo habrá mirado a al tierra…”

Salmo CXI (CXII), 1-4: “¡Hallelú Yah! Dichoso el hombre que tema a Yahvé, en sus preceptos halla el sumo deleite. Su descendencia será poderosa sobre la tierra; la estirpe de los rectos es bendecida. En su casa hay bienestar y abundancia, y su justicia permanece para siempre. Para los rectos brilla una luz en las tinieblas: el Clemente, el Misericordioso, el Justo…”[6]

Salmo CXLIV (CXLV), 3 ss: “Grande es Yahvé y digno de suma alabanza; su grandeza es insondable. Una generación anuncia a la otra tus obras, y proclama tu poder. Hablan de la magnífica gloria de tu Majestad, y divulgan tus maravillas...”.

Addenda III:

Todo lo cual lo resume agudamente Lacunza (Tercera Parte, cap. X) cuando dice:
“Por abreviar: en el cántico admirable del Magnificat, profecía de la Santísima Virgen, entre otras cosas está: “Bienaventurada me llamarán todas las generaciones”. Todo lo cual concuerda perfectamente con todo lo que observamos en el fenómeno I, “pero la piedra que hirió la estatua se hizo una gran montaña y llenó toda la tierra”. 

La segunda parte de la perícopa, contrariamente a lo que se piensa, afirma que estos cielos y tierra van a pasar. El sentido de la frase no es, pues, algo así como “al igual que el cielo y la tierra no van a pasar así tampoco dejarán de cumplirse estas palabras” o “más fácil es que pasen el cielo y la tierra que mis palabras” sino que, muy por el contrario Jesús afirma que aún los cielos y la tierra actuales pasarán, dejarán de existir y que por el contrario sus palabras no lo harán, no dejarán de cumplirse. No es necesario extendernos sobre este punto puesto que no es importante, baste con que nos remitamos a Lacunza quien le dedica los capítulos IV y V de su III Parte.




[1] Para consultar los diversos autores y las diferentes exégesis véase al mismo Oñate.

[2] Est. Bibl. Vol. IV, pag 427-443. De más está decir que no coincidimos con algunas afirmaciones del autor; afirmaciones, por otra parte, claramente accidentales a la exégesis desta perícopa.

[3] ¿Jerusalén Celeste?

[4] ¿Esto es un hebraísmo o hay una alusión velada a la marca de la Bestia?

[5] Nótese la distinción entre “esta generación” y “todas las venideras” (cfr. Salmo XLIV (XLV), 17; LXXVIII (LXXIX), 13; LXXXVIII (LXXXIX), 1.5). La primera parece ser la misma que se nombra en el discurso Parusíaco y la segunda serían los que habiten la tierra durante el Milenio.

[6] Parecería que los “rectos” serían los mismos que la Mujer y su descendencia los que habiten la Tierra Santa durante el milenio. La luz que brilla sobre los rectos podría referirse sea a la luz que conducirá a la Mujer hasta el desierto o la que irradiará la Jerusalén Celeste sobre la Jerusalén Terrena.