martes, 19 de marzo de 2013

La Salvación por los Judíos. Léon Bloy. Capítulo IV


IV

Basta, pues.
No entra, lo repito, en mi propósito ni en mi tema insistir particularmente acerca de este personaje, cuyo triunfo hubiera podido ser mayor aún sin el desconcertante ridículo de su vanidad de menor advenedizo, y a quien, por otra parte, la justicia del crimen acaba de aplicarle una rigurosa sanción[1].
Pero ¿cómo no mencionarlo en el momento de abordar esta incomparable cuestión de Israel que él se vanagloria idiotamente de haber bajado hasta el nivel cerebral de los burgueses más imbéciles?
La sospecha de ser un tierno enamorado de los descendientes actuales de la raza famosa no puede alcanzarme. He aquí, para muestra, lo que escribí hace seis años en un libro de cólera que la hostilidad general puso empeño en ahogar por todos los medios imaginables:
"La Edad Media —decía hablando de los Judíos— tuvo el buen sentido de acantonarlos en zahúrdas reservadas exclusivamente para ellos e imponerles una indumentaria especial que permitía evitarlos. Cuando a alguien le era imprescindible entenderse con ellos, lo ocultaba como una infamia y luego se purificaba como podía. Y ya que Dios quería perturbar a semejante gentuza, la vergüenza y el peligro de su contacto eran el antídoto cristiano contra su pestilencia. Pero he aquí que hoy, cuando el cristianismo parece agonizar ante la fuga de sus propios creyentes, y cuando la Iglesia ha perdido todo su crédito, nos sentimos bobamente indignados al ver a los Judíos convertidos en amos del mundo, y son precisamente los furiosos opositores de la tradición apostólica los primeros en asombrarse de ello. He ahí la idiota característica de los tiempos modernos.[2]"
No veo cómo podría cambiar media línea de esta amable página. Hoy, más que nunca es evidente para mí que la sociedad cristiana está infectada por una asqueante raza, y azora pensar que la voluntad de Dios ha querido hacerla perpetua.
Desde el punto de vista moral y físico el judío moderno parece ser la confluencia de todo lo repulsivo del mundo.


    [1] La Salvación por los Judíos fue escrita en 1892. (N. del T.)
[2] LEÓN BLÓY: El Desesperado, págs. 148 y 149, ed. Mundo Moderno.