martes, 7 de mayo de 2013

La Salvación por los Judíos. Léon Bloy. Capítulo XXIII


XXIII

Los Judíos no se convertirán mientras Jesús no baje de su Cruz, y Jesús no puede bajar de ella mientras los Judíos no se hayan convertido.
Tal es el dilema insoluble en que se retorcía la Edad Media como entre los brazos del un torno. De ahí que no cesaran de maldecir y exterminar a esos abominables antagonistas más que para suplicarles, sollozando a sus pies, que tuvieran piedad del Dios doliente.
No hay poema comparable con ese arrodillamiento insensato de todos los pueblos ante un rebaño de bestias abyectas, para implorar en nombre de la Sabiduría Eterna agonizante: "Qui feci tibi, aut in quo cantristavi te?
"¡Pueblo mío! ¿Qué he hecho o en qué te he contristado? Respóndeme.
"Porque te saqué de la tierra de Egipto, preparaste una Cruz a tu Salvador…
"Porque te guié cuarenta años en el desierto y te sustenté con maná y te llevé a una tierra de abundancia, preparaste una Cruz a ti Salvador...
¿Qué más debí hacer por ti que no haya hecho? Yo te planté como mi viña magnífica, y tú me has salido tan amarga, que apagaste mi sed con vinagre y traspasaste con lanza el costado de tu Salvador...
"Por ti descargué mi azote sobre Egipto y sus primogénitos, y tú me entregaste para ser azotado...
"Yo te precedí en la columna de nubes, y tú me llevaste al pretorio de Pilatos...
"Yo te sustenté con maná en el desierto y me diste golpes y bofetadas...
"Por tu culpa herí á los reyes de los cananeos, y tú con una vara heriste mi cabeza...
"Yo te di un cetro real, y tú pusiste en mi frente una corona de espinas...
"Yo te exalté a gran poderío, y tú me levantaste en el patíbulo de la Cruz..."[1]

Imploración vana y siempre la misma insultante negativa. "Ha puesto su confianza en Dios. Pues entonces, que Dios lo salve ahora,  si le interesa, ya que ese salvador de los otros ha pretendido ser hijo suyo". ¡Ni la amenaza del derrumbe de los cielos hubiera podido arrancarles otra respuesta!


[1] Oficio del Viernes Santo. Adoración de la Cruz.