sábado, 30 de noviembre de 2013

Espiritualidad Bíblica por Mons. Straubinger. Cuarta Parte: Escatología, cap. II

¿QUE DICE LA SAGRADA ESCRITURA DEL ANTICRISTO?

I

El vocablo Anticristo pertenece exclusivamente a San Juan, quien lo usa tan sólo en sus Epístolas (I Juan II, 18, 19, 22; IV, 3, y II Juan 7), tomándolo a veces en plural y haciéndolo proceder "de entre nosotros'', en lo cual coincide con lo que San Pablo llama apostasía (II Tes. II, 5) y "misterio de iniquidad" (ibid. II, 7). También lo llama San Pablo "hombre de pecado" (ibid. II, 5) y "aquel inicuo" (ibid. II, 8). De ahí que se discuta si será una persona singular o un fenómeno colectivo. Aun en este menos probable caso parecería une siempre habrá alguien que obre como cabeza de ese movimiento.
Algunos identifican al Anticristo con la Bestia del Apocalipsis, o sea, "la bestia del mar, que tenía siete cabezas, y diez cuernos y sobre los cuernos diez diademas, y sobre las cabezas nombres de blasfemia" (Apoc. XIII, 1 ss.). Pero será más bien "la bestia de la tierra" o el "falso profeta" (Apoc. XIII, 11-18). La unión de elementos tan contrarios en las dos bestias significa que las tendencias más opuestas se reunirán para destruir el Reino de Dios. Compárese este capítulo 13 del Apocalipsis con la Profecía de Daniel sobre las cuatro bestias (Daniel cap. VII). En Daniel salen todas las bestias del mar, y entre todas tienen también siete cabezas[1], igual a la bestia del Apocalipsis. Además le sale a la cuarta bestia daniélica un pequeño cuerno que se hace grande. En este pequeño cuerno ven los Padres una figura del Anticristo o a ése mismo.



II

Para estudiar el fenómeno del Anticristo no debe prescindirse tampoco del Misterio de la gran Babilonia, o sea, la ramera sentada sobre el Dragón (Satanás)[2], cuya caída describe el Apocalipsis en los capítulos XVII, XVIII y principio del XIX.
Estos tremendos anuncios escatológicos para los tiempos que precederán a la Parusía o Retorno de Cristo, coinciden con lo que El mismo nos dijo muchas veces, al revelarnos que a su vuelta no hallará fe en la tierra (Luc. XVIII, 8); que su regreso sorpresivo será como en los días de Noé y los días de Lot en que nadie temía ni creía en la catástrofe (Mat. XXIV, 37; Luc. XVII, 26-30); que en esos últimos tiempos se enfriará la caridad de la mayoría (Mat. XXIV, 12, texto griego) y será tal la iniquidad que aún los escogidos, si posible fuera, se perderían (XXIV, 24), si bien los tiempos serán abreviados por amor de los elegidos (XXIV, 22).
Estos tiempos calamitosos del fin son también anunciados por San Pedro (II Pedr. III, 3 s.), por San Judas (18), y por los Profetas Isaías, Ezequiel y Daniel, aunque en la visión escatológica de Isaías aparece Edom como representante de los enemigos de Dios. Bien clara y muy citada es la profecía de Daniel sobre el Anticristo: "Y hablará palabras contra el Excelso, y atropellará los santos del Altísimo y pensará poder mudar los tiempos y las leyes; y (los hombres) serán puestos en su mano hasta un tiempo, y dos tiempos, y mitad de un tiempo”  (Dan. VII, 25).


III

La dominación del Anticristo sobre el mundo, será, pues, de un tiempo, y dos tiempos, y mitad de un tiempo, o sea, en total de tres tiempos y medio. Numerosos intérpretes antiguos, entre ellos San Jerónimo, San Efrén, Teodoreto, y muchos modernos sostienen que "tiempo" corresponde aquí al espacio de un año. Con esto parece coincidir el Apocalipsis de San Juan que dice: Diósele asimismo una boca[3] que hablase cosas altaneras y blasfemias, y se le dió facultad de obrar, por espacio de cuarenta y dos meses (XIII, 5), tiempo durante el cual predicarán los dos testigos[4]: "Entretanto Yo daré (orden) a los dos testigos míos y harán oficio de profetas, cubiertos de cilicio, por espacio de 1260 días” (XI, 5). En aquel tiempo la mujer misteriosa será llevada y guardada en el desierto: "A la mujer, empero, se le dieron dos alas de águila grande, para volar al desierto a su sitio, en donde es alimentada por un tiempo y dos tiempos, y la mitad de un tiempo lejos de la Serpiente" (XII, 14).
Tres tiempos y medios -42 meses-, 1260 días, significan aparentemente el mismo lapso de tiempo. Sin embargo, aunque esta opinión es muy plausible hay que observar que en esta materia nada sabemos de seguro (Fillion).
Sobre la obra destructora que realizará el Anticristo, léanse los pasajes citados, en primer lugar el capítulo XIII del Apocalipsis. Se le dará: "potestad sobre toda tribu, y pueblo, y lengua, y nación"; y lo adorarán “todos los habitantes de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero” (Apoc. XIII, 7 y 8). Será un dictador como el mundo no lo ha visto nunca, un señor absoluto que reúne en sus manos todos los poderes del mundo, aprovecha todos los progresos e invenciones de la técnica, y avasalla irresistiblemente las masas con el resplandor de sus éxitos.


IV

¿Y cuál será su fin? Dice S. Pablo que Jesús matará al Anticristo "con el aliento de su boca" y "con el resplandor de su venida” (II Tes. II, 8), o como dice el texto griego: con la "epifanía de su parusía". Cf. Apoc. XIX, 15, y también Is. XI, 4: "Con el aliento de sus labios dará muerte al Impío".
En la gran Biblia con comentario de Dom Calmet y de Vence, se dice a este respecto: "En efecto, ya hemos observado que, según toda la Tradición, el Apóstol habla de la última venida de Jesucristo, cuando, después de haber anunciado la venida del Anticristo, agrega que el Señor Jesús destruirá a ese impío por el aliento de su boca y lo perderá por el resplandor de su presencia, o mejor de su advenimiento; porque el griego "parusía" significa una y otra cosa, y la Vulgata prefiere la última: ille iniquus quem Dominus Jesus interficiet spiritu oris sui et destruet illustratione adventus sui" (Disertación sobre el Anticristo, Tomo 16, p. 85).
Y en la Disertación sobre la sexta edad de la Iglesia, la misma erudita obra expresa: "Por consiguiente el tercero y último “ay" (del Apocalipsis) es del advenimiento del soberano Juez[5], como los santos Doctores lo reconocen. Por tanto, la persecución que  precede inmediatamente, y en la cual los dos testigos, son matados por la bestia que sube del abismo, es la del Anticristo, como toda la Tradición lo ha reconocido. Hay, pues, bien realmente una trabazón íntima entre estos cuatro grandes acontecimientos: la misión de los dos testigos, la venida de Elías que será uno de ellos, la persecución del Anticristo por quien los dos testigos deben ser condenados a muerte, y la última venida de Jesucristo que debe exterminar al Anticristo por el resplandor de su gloria: Eliam Thesbiten, fidem Judaeorum, Antichristum persecuturum, Christum venturum" (Tomo 16, 11 722).
Más adelante (p. 781) repite este concepto y lo atribuye a San Agustín, diciendo: "Es, pues, verdad que habrá una unión íntima entre estos cuatro grandes acontecimientos, la misión de Elías, la conversión de los judíos, la persecución del Anticristo y la última venida de Jesucristo, como San Agustín lo había aprendido de aquellos que aparecieron antes que él, y como nosotros mismos lo hemos aprendido de todos los que han venido después de él (San Agustín, de Civitate Dei 20, cap. último)".




[1] Nota del Blog: no podemos extendernos demasiado aquí sobre el cap. VII de Daniel pero digamos simplemente que hay que distinguir las tres primeras Bestias de la cuarta, y que es esta última la que ve San Juan en el cap. XIII.
Notar que las tres primeras aparecen una después de la otra, es decir, no pueden identificarse simplemente con la Bestia del Mar.
Por último, el texto de Daniel no dice que entre las cuatro Bestias haya siete cabezas, sino que lo único que afirma es que la tercera, a la que le fue dado dominio, tiene cuatro. De las demás no dice absolutamente nada al respecto.

[2] Nota del Blog: el texto no dice que Babilonia esté sentada sobre el Dragón sino sobre la Bestia del Mar (XVII, 3.7).

[3] Nota del Blog: notar que las características de la “boca” de la Bestia de Juan son las mismas que las del “cuerno” de Daniel:

1) “Hablar cosas altaneras y blasfemas” (Apoc. XIII, 5.6) = “hablar palabras contra el Excelso” (Dan. VII, 8.11.20.25).

2) “Hacer la guerra a los santos y vencerlos” (Apoc. XIII, 7) = “oprimirá a los santos del Altísimo” (Dan. VII, 21.25).

3) Ambos ejercerán su poder durante “cuarenta y dos meses” (Apoc. XIII, 5) y “un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo” (Dan. VII, 25).

Con lo cual se ve que no es del todo exacto identificar a la Bestia del Mar con el Anticristo-Individuo, y en este sentido Lacunza tiene razón, una vez más. Nos parece, pues, que el Anticristo-Individuo se identifica con el pequeño cuerno que vio Daniel, es decir, con la boca de la que habla San Juan.
  
[4] Nota del Blog: Creemos que esta es una falsa suposición que ha pasado de exégeta en exégeta y que impide entender correctamente los sucesos descriptos tanto en el Apocalipsis como en los demás Profetas. Algunas de las razones ya las hemos dado en otro lugar y no es necesario extendernos aquí.

[5] Nota del Blog: Creemos que este es otro falso supuesto. La séptima trompeta (3 Ay) no indica el fin. Tras la séptima trompeta quedan todavía una buena cantidad de sucesos antes de la Parusía, tales como las siete copas, la destrucción de Babilonia, la destrucción de las dos Bestias, el juicio de las naciones y recién por último la Parusía.
Notemos también al pasar que según San Pablo, Nuestro Señor destruye a las dos Bestias y a sus ejércitos “con el resplandor de su Advenimiento” y no necesariamente con su Advenimiento o Parusía propiamente dicho.