jueves, 18 de diciembre de 2014

La Iglesia Católica y la Salvación, II Parte. Cap. II: La Salvación y el Concepto Fundamental de la Iglesia (III Parte)

Las Cuatro Dimensiones

Si hemos de resumir la enseñanza sobre la Iglesia contenida en la divina revelación, podemos hacerlo con bastante eficacia si consideramos el concepto de la ecclesia según las cuatro dimensiones:

Primero, la Iglesia dice relación con el Dios Trino, a la sagrada humanidad de Cristo, a Nuestra Señora y a los santos. Podemos llamarla dimensión ascendente.

Segundo, la Iglesia militante del Nuevo Testamento no puede ser descrita propia o adecuadamente si no se la refiere al reino de Dios, la ecclesia del Antiguo Testamento. Esta es la dimensión histórica del concepto de la vera Iglesia.

Tercero, la Iglesia militante del Nuevo Testamento no puede ser concebida o descripta adecuadamente si no se la refiere a la Iglesia Triunfante. Esta es la dimensión para-histórica.

Cuarto, la Iglesia no puede ser adecuadamente concebida y descripta si no se la refiere al reino de Satán, la unidad social que es invariablemente opuesta a ella y dentro de la cual están incluidos todos aquellos que no están incorporados a la Iglesia. Este es el trasfondo de la Iglesia[1].

No puede haber un examen adecuado de la enseñanza divinamente revelada sobre la natura de la vera Iglesia a menos que se tengan en cuenta explícitamente estas cuatro dimensiones. Nuestro conocimiento del reino sobrenatural de Dios sobre la tierra sería bastante imperfecto y sujeto a seria confusión si no tomáramos en cuenta estas cuatro diversas clases de relaciones.

No hace falta decir que nunca podremos comenzar a apreciar la natura y dignidad de la Iglesia si no consideramos el hecho de que es el único reino sobrenatural de Dios, que es la Iglesia y el Cuerpo Místico de Cristo, y que es el ámbito en el cual Nuestra Señora gobierna como Reina. Cualquier descuido en este tema tendría como consecuencia un fracaso en la apreciación de los poderes y actividades de la Iglesia misma. Y, de la misma manera, es imposible conocer la Iglesia como Dios la constituyó y describió en realidad a menos que tengamos claramente en cuenta el hecho de que esta sociedad de los discípulos, establecida directa e inmediatamente por Nuestro Señor durante el curso de su vida terrena, es la continuación y la etapa final en esta tierra, del reino sobrenatural de Dios en Cristo que ha existido desde el tiempo de nuestros primeros padres.
Exactamente de la misma manera, la natura de la ecclesia no puede entenderse si no es por medio de una comprensión explícita del hecho de que la ecclesia militans que existe y lucha contra oponentes aquí en la tierra es exactamente la misma sociedad que un día ha de reinar en el cielo como la ecclesia triumphans. Nuestro Señor, en Sus parábolas del reino, dejó muy en claro que la sociedad que ha de gozar de la Visión Beatífica para siempre no es un grupo nuevo sino el reino que ha vivido en este mundo y que será purificado y preparado para el último día.
Finalmente, forma parte de la enseñanza revelada sobre la Iglesia que esta sociedad es una de las dos unidades sociales en la cual ha estado dividida la raza humana desde el pecado de Adán. Esta, dicho sea de paso, es la doctrina sobre la cual obviamente depende la orden de San Pedro a sus oyentes en el primer Pentecostés cristiano, donde los exhortó a salvarse de “esta generación perversa”. El texto de los Hechos afirma que aquellos que “recibieron su palabra fueron bautizados, y se agregaron en aquel día cerca de tres mil almas”[2].
La “palabra” que estas personas recibieron fue sin dudas la exhortación de San Pedro a las personas de que se salven de esta “generación perversa”. Esta “generación perversa” era obviamente el reino de Satán, el dominio de “el príncipe de este mundo”. Los individuos que “recibieron” esta palabra eran las personas que le obedecieron y que de hecho se salieron del dominio del enemigo espiritual de Dios.
La salvación del reino de Satán se cumplió de la única manera posible: entrando en el vero y único reino de Dios. Las personas que fueron salvadas fueron agregadas al grupo que ya existía, el grupo que, según el primer capítulo de los Hechos de los Apóstoles, contaba alrededor de ciento veinte hombres en edad de votar, inmediatamente después de la ascensión a los cielos. Aquellos que, obedeciendo la orden de San Pedro, se salvaron del reino de Satán, no crearon un nuevo grupo social, sino que “fueron agregados” a esta congregación ya existente que había comenzado a existir como la ecclesia, el solo y único reino de Dios sobre la tierra, al momento de la muerte de Nuestro Señor sobre la cruz.
Ahora bien, el concepto adecuado de la Iglesia, aquel que tiene explícitamente en cuenta las cuatro dimensiones requeridas, es tal que muestra con claridad y certeza sin igual la doctrina de que no hay salvación para nadie fuera de la Iglesia Católica. En primer lugar, nos asegura que estas cuatro dimensiones del reino sobrenatural de Dios sobre la tierra pertenecen a la comunidad religiosa visible y organizada sobre la cual preside el Obispo de Roma como el Vicario de Cristo en la tierra. La unidad social que es el reino de Dios, el Cuerpo Místico de Jesucristo, y el reino de Nuestra Señora, que es la continuación y el estado final de la ecclesia en este mundo, que es la Iglesia triunfante en su estado preparatorio y de paso, la ecclesia en su peregrinación esperando su llamado a la patria eterna, que es el reino de Dios que abraza a todos aquellos que no están en la “generación perversa”, esto es, la soberanía de “el príncipe de este mundo”, es la Iglesia Católica Romana visible.
Luego nos muestra que la salvación solamente es posible por medio de la unión con Nuestro Señor y por un traslado del dominio del enemigo espiritual de Dios. Esto sucede, y solo puede suceder, por un traslado desde el reino de Satán a la vera Iglesia de Jesucristo. Y puesto que la Iglesia triunfante no es más que la continuación de la Iglesia militante, la ecclesia que vive ahora aquí en la tierra, las personas que obtienen la Visión Beatífica en la Iglesia triunfante son y solamente pueden ser aquellos individuos que salieron de esta vida “dentro” de la Iglesia militante. Esta es la verdadera doctrina Católica, y la clara enseñanza de las parábolas del reino.
Obviamente la primera de estas “dimensiones” es aquella sobre la cual reside en última instancia toda la fuerza de la enseñanza de la necesidad de la Iglesia para la salvación eterna. La Iglesia es aquella fuera de la cual absolutamente nadie puede salvarse porque es la ecclesia, la comunidad que constituye el único reino sobrenatural del Dios vivo, y porque es el Cuerpo Místico de Jesucristo, el Divino Redentor. Y esta necesidad para la obtención de la salvación es una propiedad de la Iglesia Católica porque Dios, en Su bondad y sabiduría, ha decretado que esta sociedad visible deba ser Su reino sobrenatural del Nuevo Testamento. Cuando miramos a la Iglesia en término de las cuatro dimensiones, se hace inmediatamente patente que esta sociedad pueda ser descrita e identificada precisamente a la luz de su necesidad para la obtención de la salvación eterna. Este fue, de hecho, el proceder empleado por San Agustín. Su afirmación en un sermón dado al pueblo de Cesarea es una expresión exacta de la doctrina Católica.

Fuera de la Iglesia Católica se puede tener todo excepto la salvación. Se puede tener honor. Se pueden tener los sacramentos. Puede cantarse el “Aleluya”. Puede responderse “Amén”. Uno puede abrazar el Evangelio y tener y predicar la fe en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Pero uno nunca puede encontrar la salvación excepto en la Iglesia Católica[3].

Así, cuando se ve adecuadamente la doctrina divinamente revelada, la vera Iglesia de Jesucristo es vista como la unidad social dentro de la cual solamente el hombre tiene acceso a la salvación. El proceso de salvación implica el tránsito del reino de Satán al reino de Dios, que es la vera Iglesia de Dios. La obtención de la Visión Beatífica la última y perfectiva salvación del hombre, implica morir “dentro” de la Iglesia militante. La Iglesia militante del Nuevo Testamento es, por institución divina, la sociedad visible y organizada que conocemos como la Iglesia Católica Romana.



[1] Ver Fenton, “The Church in an Adequate Perspective”, in AER, CXXXIII, 4 (Oct. 1955), 258-274.

[2] Hech. II, 41.

[3] San Agustín, sermo ad Caesariensis ecclesiae plebem, 6. ML, XLIII, 695.