lunes, 24 de abril de 2017

El Katéjon, II Tes. II, 6-7 (VI de XV)

3. Nadie os engañe en alguna manera: si no viniere la apostasía primero y se revelare el hombre de la iniquidad, el hijo de la perdición;
4. el que se opone y levanta sobre todo el que se dice Dios o numen; hasta él en el Santuario de Dios sentarse, probándose a sí mismo que es Dios—

Ἀνομίας (iniquidad): cfr. Mt. VII, 23; XIII, 41; XXIII, 28; XXIV, 12; Rom. IV, 7; VI, 19; II Cor. VI, 14; II Tes. II, 7; Tit. II, 14; Heb. I, 9; X, 17; I Jn. III, 4. En II Tes. II, 10.12: ἀδικίας (injusticia). Ver Zac. V, 6; Mal. IV,1.

Zerwick (Graecitas, 42):

“Una íntima relación a alguien o algo, en nuestra literatura (griego bíblico), si bien no exclusivamente, ciertamente en la mayoría de los casos, se expresa semíticamente por υἱὸς “hijo”, con genitivo. Este uso ampliado de la palabra υἱὸς se entiende más fácil donde se trata de la pertenencia a la persona. Así, “hijo” de alguien se dice de aquel que imita su carácter, costumbres, razón de obrar y querer y las expresa en su vida. En este sentido se habla de “los hijos de Abraham” (Gen. III, 7), de “los hijos del diablo” (Mt. XIII, 38; Hech. XIII, 10. Cfr. Jn. VIII, 38-39) y sobre todo de “los hijos de Dios” (Mt. V, 9.45)”.

Describe San Pablo en términos muy expresivos la venida de la apostasía y la revelación del Anticristo, dedicándole a este último aspecto un mayor desarrollo. Luego veremos por qué.

Straubinger:

El hombre de iniquidad (tes anomías), lección preferible a tes hamartías (de pecado), pues coincide con el “misterio de la iniquidad” (v. 7) ligado íntimamente a él. Judas Iscariote recibe un nombre semejante en Jn. XVII, 12. Es creencia general que se trata del Anticristo, si bien algunos dan este nombre a la bestia del mar (Apoc. XIII, 1 ss.) y otros a la bestia de la tierra o falso profeta (Apoc. XVIII, 11 ss.). Se discute si será una persona singular o una colectividad. En todo caso parece que ésta necesitaría siempre de un caudillo o cabeza que la inspirase y guiase. Pirot, después de recordar muchos testimonios y especialmente el de S. Agustín que trae como definición del Anticristo “una multitud de hombres que forman un cuerpo bajo la dirección de un jefe” (cf. Dan. IX, 26), concluye que “el adversario es una serie ininterrumpida de agentes del mal que se oponen y se opondrán a la doctrina y a la obra de Cristo desde la fundación de la Iglesia hasta el último día”. Véase I Jn. II, 18-19.; IV, 3; II Jn. 7; II Ped. III, 3; Jud. 18; Mt. XXIV, 24”.

miércoles, 19 de abril de 2017

El que ha de Volver, por M. Chasles. Apéndice I, Las Profecías, XI Parte

EL REY CONSAGRA A SION

1) Jesús Rey, consagrado en Sión, la Montaña Santa

Apoc. XVII, 14; Luc. I, 33; Apoc. XIX, 16;

La Transfiguración, figura del reino: Mt. XVI, 27-28 y XVII; Mc. IX; Lc. IX; II Ped. I, 17;

La entrada a Jerusalén, figura del reino: Lc. XIX, 29-45; Mc. XI, 1-11; Mt. XXI, 1-16; Jn. XII, 12-19

Sal. II; I Sam. II, 10; Jer. XXIII, 5-8; Jer. XXXIII, 17; Dan. VII, 14; Ez. XXXVII, 22; Zac. IX, 9; XIV, 9; Sal. XXIV, 7-10; CXLIX, 2; Is. XXXIII, 22

2) Recibe a las naciones por herencia

Apoc. XV, 3, Gál. III-IV

Sal. II, 9; Jer. X, 7

3) Es llamado Rey de las naciones

Rom. XV, 8-12

Sal. XLVI, 11; XLVII, 9; Is. XI, 12 (Setenta)

4) Las naciones ofrecen regalos al Rey y se prosternan para adorarlo

Mt. II, 11; Fil. II, 9-11; Rom. XIV, 11

Sal. LXXII, 8-12; LXVIII, 30-31; Is. LX, 5-10; Sal. XXII, 29-30; Mal. 14, 16[1] Is. XLV, 23; LX, 14; LXVI, 23

5) Unión de los Judíos y de las naciones

Mt. II; Rom. XV, 10; Ef. II, 11-12; Gal. III, 28-29; Col. I, 12-23; III, 11; Jn. X, 16

Sal. XLVII, 10; Deut. XXXII, 43; Miq. IV, 1-2; Is. II, 2-4; LVI, 6-8; LX, 5; Jer. III, 17; Zac. VIII, 20-23

6) Reino de justicia y de paz

Apoc., 5, 10 Apoc., 20, 4-6 1 Cor., 15, 25

Is. II y XI; XVIII, 22; LX-LXII; LXV, 17-25; LXVI; Jl. III, 17-21; Am. IX, 11-15; Sof. III, 14-20; Miq. IV, 15; Zac. II; Tob. XIII; Bar. V, 1-9

7) Seremos sacerdotes y reyes

Apoc. I, 6; V, 10; XX, 6; I Ped. II, 9

Ex. XIX, 6; Is. LXI, 3-1; Jer. XXXIII, 17-19


[1] Nota del Blog: Mal la cita

viernes, 14 de abril de 2017

Bella Poesía para el Viernes Santo

   Nota del Blog: Esta poesía la trae Arintero en su “Grados de oración”, edit. Fides, 1950, pag. 225-226 precedidas por las siguientes palabras: Estado de un alma, incapacitada y reducida a un solo afecto de amor doliente.

Jerusalén. Imagen del Rey David a metros de su tumba.


¿Me bastará una cuerda?
¿Sólo una nota?
Un arpa yo tenía
Bella y sonora;
¡Y qué alegre cantaba
A cada hora!...
Mas, al pulsarla un día
Manos divinas...
Rompiéronle una a una
Sus cuerdas finas.
Rompiéronle ¡ay! sus cuerdas,
¡Y yacen rotas!...
¿Cómo podrán dar bellas
Variadas notas?
Un ¡ay! o algún gemido
Tal vez exhalan.
¡Ah! ¡no! las cuerdas rotas,
Las cuerdas callan.
El arpa silenciosa
No canta ahora;
Sus cuerdas ya no vibran,
¡El arpa llora!...
¿Cómo cantar podría
Si se ve ausente
Del Amador divino,
Si no le siente?
En vano al temor santo
Arpegiar quiero;
Esta cuerda no vibra;
Cantar no puedo.
En vano al cielo miro,
Que no le veo:
y a cantar no me invita
Hoy su deseo.
Sólo queda una cuerda,
La del dolor:
Si la pulsan responde
Tan sólo: Amor...
Que el Amador que un día
¡Ay! Me robó
Y rompió el arpa mía,
Y me llagó,
Sólo, sólo una cuerda
Dejó vibrante
Que canta… solo a impulsos
De un Dios amante
Ni temor ni esperanza 
Vibrante queda...
Ya no me queda nada
En que asir pueda.
Las cuerdas de mi arpa
¡Ay! se han quebrado,
Que las quebró la mano
Qué me ha llagado!...
Para dar bellos sones:
Al arpa rota,
¿Le bastará una cuerda?
¿Sólo una nota?
Que una cuerda me queda,
La del dolor;
Canta sólo una nota:
¡Amor, amor!...

lunes, 10 de abril de 2017

El Katéjon, II Tes. II, 6-7 (V de XV)

Antes que nada, no hay que perder de vista que el objeto de la epístola es la Parusía de Nuestro Señor, lo cual se vé ya desde el mismísimo primer versículo.

1. Os rogamos, hermanos, con respecto a la Parusía de Nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión a Él

Notan aquí los autores básicamente dos cosas:

1) El giro, “os rogamos, hermanos” implica que se va a tratar algo importante (cfr. I Tes. IV, 1; V, 12, etc.).

2) La preposición griega ὑπὲρ, que la Vulgata traduce mal como per, debe entenderse no de aquello por lo cual les ruega, sino aquello sobre o con respecto a lo cual San Pablo les ruega a los Tesalonicenses.

Padovani resume bien este último punto:

“Los intérpretes difieren sobre el valor de ὑπὲρ. Muchos (Tomás, Estio, Alápide, Calmet, Martini, Curci, etc.) retienen la versión de la Vulgata “por”, y, por lo tanto, entienden esta palabra en el sentido de que la venida del Señor y nuestra congregación a Él son aquello por lo cual el Apóstol ruega a los tesalonicenses que no se muevan pronto, etc. (v. sig.). Mientras que otros (Bisping, Drach, Van Steenk, Rambaud y muchos acatólicos), y no sin razón, teniendo en cuenta el significado que comúnmente tiene la preposición ὑπὲρ en el NT, la entienden como sobre, con respecto a, y por lo tanto dicen que el adviento del Señor y nuestra congregación en Él es aquello sobre lo cual Pablo ruega a los Tesalonicenses, para que no se muevan pronto, etc., tal como sigue”.

Rosadini:

καὶ ἡμῶν ἐπισυναγωγῆς ἐπαὐτόν (y nuestra reunión a Él), ἐπισυναγωγῆς significa co-unión, congregación (del verbo ἐπισυνάγω que aparece en Mt. XXIV, 31 y Mc. XIII, 27 sobre los justos que han de ser congregados en el juicio final); y esta unión se refiere a aquella de la que Pablo hablara en I Tes. IV, 14-17 sobre los resucitados y vivientes transformados, que juntos han de ir hacia el Señor”.

miércoles, 5 de abril de 2017

El que ha de Volver, por M. Chasles. Apéndice I, Las Profecías, X Parte


TIEMPO DE LA COLERA DEL SEÑOR

1) Las naciones se lamentarán y golpearán su pecho

Mat. XXIV; 30; Apoc. I, 7

Zac. XII, 10-14

2) Dirán a las rocas: "caed sobre nosotros"

Apoc. VI, 16; Lc. XXIII, 30

Os. X, 8; Is. II, 19-22

3) Se ocultarán de la cólera del Cordero

Apoc. VI, 17

Sof. II, 2-3

4) Día de cólera contra las naciones; su tiempo ha concluído

Apoc. VI, 16; XIX, 15; Rom. II, 5; Lc. XXI, 24

Jer. X, 10; Sal. II, 5; CX, 5; Ag. II, 22

5) Jesús combate las naciones con cetro de hierro

Apoc. XIX, 15; II, 27; XII, 5

Sal. II, 9